Carnaval en Mayo en el FCB

Supongo que debe ser culpa del tiempo. El frío y las lluvias que nos acompañan, junto con los atuendos de aún muchos transeúntes, dan la sensación que estemos en Febrero. En plenos Carnavales. Y lo acontecido estos dos últimos días sin duda es lo más parecido al miércoles de ceniza. Sí, ayer asistimos sin duda al “enterrament de la sardina”. Ayer, como fin de fiesta todos se sacaron sus disfraces y sus máscaras. Y el rey Carnaval se vio envuelto en llamas, en esa pira que lleva construyéndose durante buena parte del año.

Cuatro ruedas de prensa, en escasas 24 horas, son las que han realizado diversos integrantes del equipo del Futbol Club Barcelona. Cuatro y muy distintas.

Abidal.

Rueda de prensa inmaculada por su parte. Una persona que con su esfuerzo, tesón, se ha ganado a todos los seguidores del fútbol. No tan solo del Barça. De todo el deporte. Un ejemplo para una sociedad necesitada de ellos. Alguien que solo pretende demostrarse, a sí mismo y al mundo que se puede seguir compitiendo al máximo nivel. Que se puede superar la enfermedad.
El único a quien no le ha hecho falta ninguna máscara. Su semblante y sus lágrimas lo dicen todo.
A su lado el máximo representante del Club (temporal, no lo olvidemos nunca) y el grado superior de la parcela deportiva (más temporal aún si cabe). Ambos quitándose las máscaras de Don Tancredo que han venido exhibiendo durante largo tiempo. Sí, esos que se estaban quietos encima del pedestal, de un blanco inmaculado para así intentar confundir al toro por una estatua y evitar las embestidas.

Lo malo fue que se les cayó la máscara. No se la quitaron. Se les cayó sola, por su propio peso. Los “valors” pesaban demasiado. ¿Hay más riesgo en renovar a Abidal por un año que a Adriano por cuatro? ¿Siempre se han cubierto las veinticinco fichas del primer equipo? ¿Alexanco o Milito, por poner dos ejemplos, jugaron siempre en su último año? ¿No cabía en Abidal el rol de segundo lateral izquierdo o cuarto o quinto central?

Sencillamente, los Don Tancredo le han echado. Llámenle como quieran. En el Barça, eso de mantener las puertas abiertas hasta la eternidad muchas veces ha sido sinónimo de adiós muy buenas.

Víctor Valdés

Rueda de prensa extraña en sus prolegómenos. Periodistas atizándole ya el día antes por si no aceptaba preguntas. Y otra posición totalmente distante a la del Club. Para mí brillante en la exposición de postura y mejor aún en las respuestas a los medios. La máscara que le ha acompañado durante tantos años en la portería y en sus escasas apariciones sigue con él. Y yo sigo sin entender a los que se quejan de la fecha del anuncio y condicionantes. ¿Acaso el Club ha hecho lo correcto con Muniesa?, por ejemplo. ¿Para que esperar tanto a comunicarle que no se cuenta con él?
La directiva y cuerpo técnico ausentes. Unos debían valorar el ridículo hecho el día anterior y otros quizás en el que harían pocas horas después.

Puyol.

A este se le cayó la máscara de capitán. Y quizás también la de guerrero. Es lo que tiene a veces llevar dos a la vez. No sabes cual colocarte y una por otra la casa sin barrer. Convincente en cuanto a su lesión, mucho menos a la hora de explicar el cuando de la operación. Y sus excusas en cuanto a sus no comparecencias explicando el tema rozan, en muchos casos, el más pueril escaqueo. A eso juntémosle su agradecimiento a la directiva. Acabé contando los años que quedan hasta que cumpla los cuarenta. Me asusté. Por lo peor.

Tito Vilanova

Imagen de este Carnaval pasado. Como la Doppia de la Comedia Italiana, ampliamente representada. Su mitad frontal, blanca, vista durante el principio de temporada se dio repentinamente la vuelta no se sabe muy bien cuando. Y ayer nos mostró su cara posterior. Negro intenso. Sus gestos, sonrisas, no tenían nada que ver con el entrenador de Septiembre-Octubre. Un personaje de vuelta de todo. Hasta cierto punto asqueado o harto de su papel. Imagen del general que ha vencido una batalla a cambio de perder a la inmensa mayoría de sus hombres. Ni denota alegría por la consecución del título o de los cien puntos. Como si supiera que la otra mitad del disfraz ha quedado por el camino hecha jirones. Más allá de sus palabras me quedo con su lenguaje gestual. Lo dice todo.

Los que hoy le aplauden y los que dicen confiar en él son los mismos que cuando iba de blanco le buscaban sustitutos.

Me da la impresión que se ha quedado solo. El y su máscara. Tuvo la oportunidad, ayer y anteayer, de convertirse en ángel. Y lo ha hecho en la peor forma. La del ángel caído.

Directiva, Secretario técnico, Entrenador y Capitán. Cuatro decepciones. La peor con mucho la del entrenador. Otras las intuía, esta no.

Nos queda esperar. Y esta vez la espera será corta. Este vestuario se sujetaba básicamente por los valores que circulaban. Una vez estos enterrados poco queda más que los egos personales. Y en eso empiezan todas las derrotas.

Empiezan tiempos de Cuaresma.