Los aprendices de Judas. Por treinta monedas.

Dice el Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento que el precio por el que Judas Iscariote traicionó a Jesús fue de treinta denarios de plata. No se que valor sería el equivalente hoy en día a ese precio, ¿quizás treinta millones de Euros, aunque solo sea por la coincidencia del treinta?

Desconectado a medias (o enteras gracias a la voluntad de MoviStar) hace pocas horas me he enterado del cambio radical experimentado en el Camp Nou. (Rogaría que si en estas horas o días nuestro Estadio ha cambiado de nombre me corrijan, ya digo, cosas de las conexiones).

Treinta millones de euros. Camiseta, logos, publicidad casi en exclusiva en el interior del campo. Y todo gracias a una jugada de ventajistas jugadores de póker a bordo de los barcos del Mississipi, a cuatreros de caballos del “Far West”. Colando la publicidad en base a una fundación con fines sociales para al cabo de un año traspasarla a una línea aérea de un país con buenos contactos con miembros de la actual directiva.

Treinta millones de euros.

En la temporada 1997-1998, el presidente Núñez, remodeló y amplió el Museu que existe en el interior del Camp Nou. Junto a ello se remodeló el vestíbulo de acceso y la fachada de Tribuna. Una fachada adosada en cristal que contrastaba esplendorosamente con el cemento del resto del Estadi. Fue una de los aciertos que tuvo bajo su mandato. No todo había de ser nefasto. Mucho sí, pero no todo.

No se de quien fue la idea. Brillante. Un homenaje a los jugadores que durante más de 100 años habían defendido la imagen y camiseta del Club. Mejor o peor pero estaban todos. La cristalera se recubrió con un vinilo donde aparecía el nombre de todos los jugadores que hasta aquella fecha habían pertenecido al primer equipo. Ese que nos llena de orgullo. Esos jugadores que han hecho que este Club sea el que es.

Nombres en distintos tamaños, pero sin importar su legado ni su influencia. Todos eran importantes. Todos lo han sido para llegar hasta aquí. Era una muestra de la importancia de la historia en el Club, una manera de recuerdo imborrable, en un Club precisamente no muy dado a estas muestras.

No voy mucho al costado de tribuna pero tres o cuatro veces al año intento dar una vuelta completa por el exterior del Estadi. Me fijo en las placas de las peñas, en la pena que dan las explanadas, tanto de tribuna como de lateral, donde cualquier club con la historia que tenemos convertiría en una especie de museo exterior al aire libre. Y me detenía en la gran fachada acristalada. Me gustaba encontrar nombres desconocidos, inscripciones que se me habían pasado por alto. Comentar con los pequeños de la casa a cuantos he visto jugar en el terreno de juego.

Hoy, esto ya no existe. En su lugar un gran mural con algunos de los jugadores actuales acompañados por un par de azafatas y el logotipo inmenso de la compañía aérea. Incluso el escudo del Club a su lado parece diminuto.

Treinta millones de Euros. No había bastante. Ni con la camiseta, ni el logo por todos lados, ni la publicidad estática interior. No. Faltaba la guinda al pastel. La fachada del Estadi.

Y no hace falta que nadie pregunte nada en la próxima asamblea. Los ventajistas y cuatreros nos lo venderán como algo temporal, necesario para sanear la economía del Club. Esa que está tan mal como para fichar por 57 millones a un jugador. Aunque eso sí, los 42 millones millones que faltan para llegar a 99 son los que separan la falta de respeto al mundo.

Por favor, si alguien sabe si el nombre ya ha sido cambiado por el de Qatar Airways Arena, comuniquénmelo.

Mientras tanto me permito el placer de maldecir a quien tan poca consideración tiene para con la historia de nuestro Club. Y que no olviden la historia. Por treinta ya hubo un Judas. Estos son simple aprendices.