Acaba de terminar el partido en el Camp Nou. El Barça está una temporada más (y van seis seguidas) en las semifinales del torneo más prestigioso del futbol mundial a nivel de clubs. Un año más en el bombo de las semifinales de la Champions habrá una bola con el nombre del Fútbol Club Barcelona.
Atrás han quedado noventa minutos frente a un buen equipo. Un muy buen equipo en mi opinión. Noventa minutos que se han hecho largos, ante un rival que ha puesto juego, fortaleza física y velocidad, que ha llegado al campo a discutirle al anfitrión con fútbol el poder estar en semifinales.
En la grada se ha vivido con nerviosismo pero sin la intensidad del día del Milan, como si se diera por descontada la clasificación antes incluso de jugarse el encuentro. Y ni mucho menos ha sido así.
El equipo, cogido por pinzas, a causa de lesiones y bajas formas de varios de los integrantes del plantel, no está en su mejor momento. Seguro que se necesitan retoques de cara la próxima temporada. Pero una vez más, no han fallado. Que grandes son.
Las estadísticas, en futbol, poco importan. Pero el que ningún equipo, en toda la historia de esta competición, haya sido capaz de llegar a seis semifinales consecutivas, habla por si solo de la dificultad de la empresa. La dificultad de mantenerse arriba, en lo más alto del futbol mundial, año tras año.
Y escuchando y leyendo uno cree que muchos no van a entender nunca que esto es un juego, un deporte, donde se puede ganar y perder, aunque este equipo nos haya hecho creer que siempre se gana. Que casi parece una obligación el tener que ganar y además jugando como los ángeles. Nos han acostumbrado fatal. Que grandes son.
Socios, a los que encuentro cada partido desde hace más de 30 años, hablando de vergüenza por la entrada de Song por Villa, hablando de renuncias, cuando estaba en juego unas semifinales. Gente que al salir del campo habla de fin de ciclo de jugadores acabados, en una temporada en que se ha llegado a semifinales de Copa y Champions y con la Liga a tocar. ¿Alguien cree que hay algo a reprochar? ¿Alguien cree que hay algo más a exigir a este equipo? De momento se ha competido hasta el final. Es la máxima exigencia que se le debe hacer al equipo. El ganar es otra cosa. Y si llega perfecto. Se ha competido jugando mal ayer. Pero se ha competido. Este encuentro, en otras épocas no muy lejanas se hubiese perdido. Ayer no. Que grandes son.
Prensa que mide con diferentes raseros al Barça y a los rivales. Como si la clasificación por si sola no bastase. Cómo si fuese obligatorio tener que dar motivos para que puedan escribir adjetivos grandilocuentes en referencia al juego desplegado. Y eso, todos los deportistas saben que no es siempre posible. Que los estados no son siempre los mismos. Que grandes son!
A día de hoy, cualquier rival que llega a Barcelona, lo hace exento de presión. El Milan, con un resultado claramente favorable en la ida, y hoy el PSG han dado por buena la eliminación. Con poner las cosas difíciles al Barcelona se conforman. Los entrenadores rivales hablan de las excelencias del Barça, de lo que han luchado sus jugadores y de lo cerca que han estado de conseguir eliminarlo. Pero nada más. Ningún equipo rival, ninguno, viene con presión. Aquí la única la tiene el mismo Barcelona. No ya sólo por ganar y clasificarse. A ello se le suma el deber de tener que jugar bien. De demostrar a cada partido que se es el mejor del mundo. Como dice Diego Latorre en tres tweets “Todo lo absorbe un único equipo. Es el Barça el que tiene la obligación de ganar, gustar, golear. Equipos de su misma especie no están sometidos a estos test de exigencia. Contra el Barça todos parten desde la cómoda posición de víctimas, todo asombra cuando no tienes nada que perder. Automáticamente se sienten más libres para discutirle el partido” Que grandes son para que un internacional argentino escriba estas palabras. Que grandes son para que fuera de nuestro paisaje opinen así.
La exigencia para esta temporada se ha cumplido, al menos para mí. Ahora queda disfrutar de lo que pueda llegar que puede ser mucho. Disfrutar. Y poder decir una vez más, que grandes son!