Article publicat a «Football Citizens.com» el dia 6 de Febrer de 2017
Para seguir con el serial de las aficiones del fútbol español pedimos a Josep Bobé que nos ofreciera su particular visión del FC Barcelona. Como hasta ahora, quedan definidos los tres elementos fundamentales de un equipo: afición, aficionado y estadio. Culé, barcelonismo y Camp Nou, en su caso. El resultado son las siguientes líneas.
CULÉ
Al socio, al aficionado blaugrana, se le puede dividir de varias formas. Por un lado están los buenos y los “malbarcelonistes” desde tiempos inmemoriales. Estos últimos son los que discrepan y expresan su malestar con determinadas acciones que acomete la directiva de turno. Y ésta y los pesados periodistas en connivencia reparten los carnets de uno u otro bando según la dicotomía de críticos o acríticos.
También se pueden dividir entre tribuneros y el resto, igualmente distinguidos desde décadas atrás. La diferencia entre ambos estriba en que los primeros abandonan el campo entre 10 y 5 minutos antes de acabar el encuentro lo que equivale a ir al cine para largarte justo antes de saber si el maromo de turno se lía con la chica. Igualmente se distingue al tribunero en el vocabulario. Su insulto más grave se limita a un “tontu” o “burru” dedicado de igual forma al rival o al árbitro que al azulgrana que hierra un pase o dispara a las nubes.
La última división, ésta de hace poco, podría hacerse entre el que va a ver un partido de fútbol, y una especie aparecida recientemente de gente que va a practicar tablas de gimnasia sencillas que consisten en recorrer los pasillos entre asientos de un costado a otro, básicamente del “gol nord” o levantarse, cada pocos segundos, del asiento con los brazos en alto para inmediatamente volver a sentarse. Que digo yo que la famosa ola mexicana podría haberse quedado en el Azteca, que no es necesario importarlo todo.
BARCELONISMO
Entre 1909 y 1922 pasear los días en que había partido por la entonces calle Industria (hoy calle París) entre Villarroel y Urgell, proporcionaba una vista de traseros que hasta la llegada del destape con la transición no se ha vuelto a contemplar. Cientos de culos asomando a la calle en lo alto del muro que delimitaba la gradería de dos pisos existente. Como creo en la genética, estoy más que convencido que la fama de espectadores de teatro que tiene la afición barcelonista en su estadio se debe a lo precario que era mantener el equilibrio en esa posición y así, hoy en día, seguimos moviéndonos poco del asiento, salvo, eso sí, en las grandes ocasiones donde abandonamos el “seny” y aparece la “rauxa”, sea en forma de silbidos al árbitro, al equipo rival, al himno de la Champions o al himno del estado español; gritos de independencia; ondear de “estelades”; publicitar la asistencia al teatro e incluso alguna cabeza de cochinillo. A los que siempre han querido desligar política del deporte, si es que ello fuera posible, les recuerdo que hace ya 101 años que el catalán es el idioma oficial del club, que desde 1910 el escudo luce la bandera de Catalunya, que en 1920 el cuarto equipo del club adoptó oficialmente el nombre de “Separatistes” y que la memoria oficial del Club de ese año acababa con un “Som el FC Barcelona perquè som de Catalunya. Fem esport perquè fem pàtria”. Sí, la bandera catalana forma parte habitual del colorido del Estadi y del atuendo del socio y aficionado del Club que asiste habitualmente al campo.
CAMP NOU
Inaugurado el día de la Mercé, patrona de Barcelona, de 1957, debía llamarse “Estadi Joan Gamper” en honor al “fundador” del Club pero el franquismo lo impidió y se decidió que se llamara “Estadio del Club de Futbol Barcelona” aunque todo el mundo se refería a él como “Camp Nou” en contraposición al “vell” campo de Les Corts. En 1965 la junta de Llaudet convocó una consulta a los socios para determinar el nombre oficial y la opción ganadora fue la de “Estadio del C.F. Barcelona” frente a las de “Estadi Barça” o “Estadi Camp Nou”. Dio igual. La gente le siguió llamando “Camp Nou” hasta que por fin, en el 2001, una nueva consulta oficializó el nombre. Y eso que siempre hay quien le ha llamado “Nou Camp” erróneamente.
Con una capacidad inicial de 93.053 espectadores, tuvo su máxima aforo coincidiendo con el Mundial celebrado en 1982 con 120.000 localidades. Tras la remodelación efectuada en 1994 y la eliminación de todas las localidades sin asiento, el aforo se redujo hasta los 99.354 asientos siendo en la actualidad el segundo estadio con mayor aforo del mundo. Las medidas del césped son de 105×68 metros.
Pendiente, tras una consulta aprobada por los socios y celebrada el 5 de abril de 2014, de una remodelación general que afecta al estadio y a todo el entorno, que debía empezar en el 2017 y que ya se ha pospuesto un año más. Esta futura remodelación conllevará un nuevo nombre a la instalación para poder hacer frente al importe de la obra. Institucionalmente e incluso quizás a nivel periodístico será así. Pero los abonados, cada vez menos presentes en las gradas, eso es cierto, seguiremos yendo al Camp Nou y los socios y seguidores seguirán llamándole así. Mal iríamos si nosotros mismos usáramos otro nombre.
Aviso a visitantes puntuales: si no desean sentirse atracados, lleven el bocadillo y la bebida de casa.