En 1.914 José Elías y Juncosa*, alias Corredises, principal periodista de la época, impulsor del olimpismo en España y uno de los diez primeros socios que tuvo el Futbol Club Barcelona, publicó el que parece sea el primer libro sobre fútbol en España. Su precio en aquel entonces era de 2 pesetas y su formato de 17×11,5 cm contenía 96 páginas.
Pero sin duda alguna lo que hace de este libro más peculiar e interesante si cabe es su prólogo, escrito por Hans Gamper, fundador del FCB.
He aquí un breve detalle del mismo.
“En la marcha ascendente hacia la meta ideal, al volver la vista atrás para considerar un momento el camino recorrido, sólo motivos de satisfacción pueden sentir los que han dedicado al football sus entusiasmos y alientos de la primera juventud y cuando ésta pasó, el saber y experiencia de hombres maduros, conservando vivo el culto al deporte.
Mas si, en vez de volver atrás la mirada la dirigimos a lo alto, si en vez de atender a lo que se lleva andado se considera lo que cabe recorrer aun, lo que precisa emprender; si salimos del círculo de acción en que nuestras actividades -las actividades de todos – se desenvuelven, para echar una mirada aun somera a lo que es el football en el extranjero, no podremos por menos de reconocer que el deporte, tal y como se practica aquí hoy día no es todo lo perfecto que sería de desear y, por de pronto, no responde a aquel desarrollo y vida ideales que allá, en lo recóndito de nuestras mentes y de nuestro corazón, soñáramos los primeros que en España practicamos el football, al querer anticiparnos a los hechos y prever la lozanía que alcanzaría en lo futuro. ¡Cuán cierto es que nunca se realiza un ideal integralmente y que son necesarias, sino abdicaciones, por lo menos concesiones, al descender lo ideológico al terreno de las realidades tangibles!
Mucho se ha hecho, pero queda aún bastante por hacer, tanto en el terreno del juego en sÍ, como por lo que respecta a la cultura deportiva del público. Es cierto que, una parte de este último, no aporta actualmente, al concurrir a los campos de Juego, aquel desapasionamiento, aquella alta serenidad de espíritu, aquella ecuanimidad indispensable para apreciar en su justo valor todas las fases e incidentes de la lucha, que evitarían se produjeran manifestaciones extemporáneas de que en alguna ocasión hemos debido dolernos. Tal vez radique ello, en buena parte, en el relativo desconocimiento del conjunto de reglas por que se rige el Juego, ya que, si bien existen Reglamentos, el estudio de los mismos es árido y no puede interesar más que a los directamente llamados a tener inmediata cuenta de sus prescripciones. Tal vez sería de alta conveniencia un mayor conocimiento en la materia y…, la comprensión exacta de lo que es el mismo, tanto en su conjunto como en sus detalles esenciales.
…
Por lo que toca a la mayoría de los jugadores que actualmente constituyen los equipos de los Clubs de esta capital, imparcialmente estudiada su idiosincrasia, obsérvase que no existe en grado elevado – hablando en términos generales – el espíritu de sacrificio de la parte al todo, de la molécula al cuerpo. Nótase, sin grandes esfuerzos de observación, que se tiende mucho, demasiado, al relieve de la propia personalidad, aun a trueque de que el conjunto se resienta. No se tiene, por parte de muchos, lo suficientemente en consideración que el juego del football es, ante todo y por encima de todo, no una ocasión para poner en evidencia personales aptitudes y habilidades, sino que, desde que el juego clásico inglés sufrió allá por el año 80 de la pasada centuria, las derrotas que le infligieron los escoceses, gracias a su nueva escuela de juego, que consistía esencialmente en la perfecta colocación en el campo y en la combinación de todos los jugadores, se trocó en un juego de conjunto, en el que precisa la anulación de la propia individualidad, en aras del común. Y no sólo se nota este poco espíritu de sacrificio, en lo que atañe al comportamiento del jugador en la lid, sino que también fuera del campo, en la poca subordinación que existe a los llamados a regentarlos.
Fijándose en la constitución de los equipos de los más renombrados Clubs extranjeros, se observa que varía poco, generalmente; que el jugador que ingresa en un Club, permanece en él todo cuanto dura su actuación footballista, poniendo en la defensa de su bandera, todos sus entusiasmos y energías y, sobre todo, substrayéndose a sí propio, no existiendo allí más que muy incoloro el personalismo que aquí por desgracia, impera de un modo harto marcado. Forzoso es reconocerlo así, aunque nos duela”
Es curioso destacar como casi 100 años después de estas palabras la falta en muchos casos de conocimiento del reglamento y su aplicación sigue estando vigente.
Igualmente en lo referente a jugadores “de la casa” y a la consideración del fútbol como deporte como juego de conjunto con la anulación de la propia individualidad.
Nos ha costado más de 90 años entenderlo.
Fuentes:
* http://olimpismo2007.blogspot.com.es/2011/09/josep-elias-i-juncosa-y-tarragona.html