El pasado jueves, 26 de Septiembre, tuve una invitación personal para asistir a la reunión que mantuvieron miembros de GoBarça junto a otros socios del Fútbol Club Barcelona. No los conocía de nada salvo la mínima relación que puede establecerse a través de las redes sociales con alguno de ellos. Convidado de piedra sería una buena descripción a mi posición en la citada reunión.
Tres horas largas de conversación, dos partidos más prórroga para entendernos, ocuparon parte de mi tarde-noche. Más de tres horas escuchando hablar sobre el Barça. De visiones distintas sobre el Club. De conceptos como «valors» e ideas de Club. Tres horas, para mí, excitantes. Y debo decir que salí de ella con pleno convencimiento de varios detalles.
En primer lugar que difícilmente encontraría a otros socios del Barça más honestos, con el Club y consigo mismo. Gente que vive al Futbol Club Barcelona más allá de los 90 minutos que dura el encuentro semanal. Socios a los que les gustaría poder presumir, incluso en las derrotas, de cualquier motivo que el Club nos diera para enorgullecernos. Socios que dedican parte de su tiempo libre, escaso en los tiempos que corren, pensando en su Club y en como les gustaría que fuese. Gente que es del Barça ante todo.
Estos hechos, tan raros a día de hoy, me llevaron a otra reflexión. Algunos medios dudarían, voluntaria o involuntariamente, de que algo así fuera posible sin alguna fuerza del entorno en la trastienda. De esto algunos saben mucho. Bien, esto ya se ha producido. Ingla, Soriano, nombres y más nombres que se enumeran por no poder entender que pueda tan solo existir algo más que el ansia de poder. Ese hacer algo sin tener que esperar una devolución. El hacer, sin que sea una paga y señal, de algo que posteriormente se cobrará, y sin duda con una alta tasa de interés.
Desde sus inicios, el Futbol Club Barcelona, ha sido un ejemplo de democracia (excluyamos los paréntesis necesarios en los tiempos donde tan solo el oír semejante vocablo provocaba urticaria en algunos). Y esta moción, hoy presentada en las oficinas del Club, es ni más ni menos que una muestra de ello. Una muestra de ejercicio democrático ante una parte de la Junta Directiva. Una parte que ha hecho de las medias verdades, del engaño, su leitmotiv principal. De la tan traída transparencia hemos pasado a las cláusulas de confidencialidad. A tener la vida del Club judicializada en diferentes ámbitos. A tener una Asamblea de Compromisarios difícilmente identificable con la mayoría de socios del Club a día de hoy. Y esto es algo que han tolerado y/o promovido todas las directivas que han pasado por el Club en los últimos años. Algo tan simple como poner en el orden del día el ruego de preguntas en primer lugar, como exigiría el sentido común, y no dejarlo para el final, cuando el tiempo apremia y los ánimos, y el cuerpo, ya están cansados de power point, diapositivas y discursos.
La moción de censura, en nuestro Club, es un hecho que se recoge en los Estatutos. La única forma, la única, en la que los socios pueden verdaderamente interpelar a la directiva o a los miembros de ésta a los que se censura. Recordemos que, a día de hoy, una propuesta a presentar en la Asamblea General equivale a tener el mismo soporte que la moción de censura. Y esto es un ejercicio democrático en toda sociedad que se precie de tal condición. A algunos les parecerá desorbitada. A otros, totalmente correcta en forma. Déjennos que los socios opinemos. En uno u otro sentido. No tienen tarea fácil. Los plazos y la imposibilidad de tener el censo y los datos de los socios hacen que sea una casi utopía el recoger las firmas necesarias.
Otra reflexión. En Catalunya, el Decreto 145/1991 regulaba el funcionamiento interno de los clubes. Mediante el Decreto 96/1995 se modificó lo relativo al voto de censura para las entidades de más de 10.000 socios. En ese decreto se establecía el 5% de socios necesarios.
Un decreto posterior, el 58/2010 derogaba el anterior y establecía ese tanto por ciento en el 15. En él ya no se tiene en cuenta el número de socios de la entidad pues las equipara a todas por igual. A cambio rebaja el tiempo de mandato hasta la posibilidad de cuatro años. La directiva del Fútbol Club Barcelona, no recoge esta posibilidad manteniendo los seis años de duración en el cargo. Evidentemente no es comparable la situación en un club de unos pocos socios (la inmensa mayoría del panorama del deporte) con el Barça.
En cuanto a la reacción de los medios de comunicación, pocas sorpresas. Hace tiempo las posiciones entre la neutralidad y la defensa de los mínimos valores del club quedó clara. Otros han preferido atar la manta a la cuenta de resultados. Cuanto menos choca ver a “periodistas” ya ayer, cuando aún los miembros de GoBarça no habían hablado escuchar y leer un “no conviene” o un “no hay motivos”. Digo yo que, como mínimo, y para ennoblecer la profesión, esperar a la rueda de prensa para escuchar los argumentos que se esgriman.
Luego, sí, podremos opinar. Todos. Pero, no olvidemos, quien tiene la palabra somos los socios del Club. De momento, y por mi parte, agradecer a GoBarça el hecho de invitarme a la reunión. Las opiniones y la democracia interna en un Club nunca puede ser rechazada. Y menos de antemano. Es quizás lo que ha hecho grande a este Club a lo largo de sus más de 114 años de historia.
Tan solo el hecho de tener la posibilidad de que la Junta Directiva deba dar las explicaciones pertinentes a unas cuantas preguntas en una rueda de prensa y no mediante entrevistas pregrabadas debería ser suficiente para dar el apoyo necesario a GoBarça.
Tengo amigos, socios del Futbol Club Barcelona, a ambos lados. En la defensa a ultranza de la actual Junta Directiva y en la más absoluta oposición a sus métodos. Y, aparte de la buena amistad que nos une, tenemos un anhelo común. El deseo de ser cada día un poco más “més que un Club”.