En 1.935 se rodó la, quizás, más famosa película de los Hermanos Marx. “Una Noche en la Ópera”. Y en ella se encuentra la sin duda escena más famosa de cuantas interpretaron. La escena del camarote en la que un montón de personajes de todo tipo van entrando en un camarote minúsculo. Plomeros, manicuras, asistentas del servicio, personal del limpieza, camareros, van introduciéndose uno tras otro dentro de la cabina.
Por una extraña asociación de ideas he imaginado ese camarote como al Futbol Club Barcelona. Un lugar en el que hoy están entrando a tropel todo tipo de situaciones, en muchos casos ridículas y en otras cuanto menos sonrojantes. Y con un Groucho Marx, como titular del camarote, parodiado por Sandro Rosell (perdóneme usted, Mister Marx) abriendo la puerta a todos y a cada uno de cuantos quieran colarse en tan particular aposento.
Temas como la prohibición de la entrada de los niños al Camp Nou sin entrada, el follón por idéntico motivo montado en las taquillas del Palau el pasado partido, la reventa de tickets y abonos en los aledaños de taquillas, la reventa “legal” de entradas en Viagogo, los asuntos del presidente en Brasil y su relación con Teixeira con el trasfondo en Andorra, el Nou Camp Nou, los nuevos Estatutos del Club, la finalización del plazo para la confección del Censo, sin que aún se hayan dado los datos del mismo y saber que pasará con los que no se hayan personado, o con los problemas que han tenido socios en el extranjero para poder actualizar, los “nanos molt macus”, el espionaje de la “TIA” de tu a mi y yo a otro con Método3, el tema publicitario de la Masía, la destitución fulminante del Jefe de Seguridad justo antes de la gira veraniega, los 40 millones bailarines del fichaje de Neymar, o la posición del Director General Rossich ante la Junta Directiva. Eso sin olvidarnos de temas que, por el tiempo transcurrido, parecen formar parte ya del decorado, como la Acción de Responsabilidad a la anterior Junta Directiva o el tema de la publicidad de Qatar Fundation transferida con posterioridad a una empresa comercial que ha llenado todos los espacios del Camp Nou con grandes anuncios publicitarios.
Y mientras la escena discurre, se escucha la voz de Chico Marx en el interior del camarote, repitiendo la frase “Y también dos huevos duros” hasta la extenuación. Y ahí se me aparecen ya directivos, jugadores y periodistas. Todos en defensa del juego desplegado por el equipo con la única excusa de los resultados. Frases como “el Barça está jugando muy bien” (Rosell), “se está siendo injusto con nosotros. El equipo está jugando bien” (Pedro hace dos días), “el equipo ha dado una buena imagen” (Xavi en Milán), “Me ha gustado el Barça” (Zubizarreta contra Espanyol), “Hemos hecho un partido completo” (Cesc en Balaídos). Por no hablar de las del nuevo historiador del Futbol Club Barcelona y futuro presidenciable, Gerard Piqué. “La gente está muy bien acostumbrada” o “son más importantes los resultados que el juego”. Pues eso. Y dos huevos duros. Es francamente curioso que sea precisamente el entrenador, el único que podría sacar pecho por los resultados aunque solo fuese por el hecho de acabar de aterrizar en el Club el único que ponga una nota de autocrítica.
Y por favor, absténganse ya de hablar de los mal barcelonistas. No es nuevo. Lo hemos oído ya tantas veces que al final tan solo insta a la carcajada más sonora. Lecciones de barcelonismo a estas alturas, pocas.
No sé si recuerdan el final de la escena. Termina en el momento en que Margaret Dumont, la dama que aparece en todas las películas de los Hermanos Marx , abre la puerta del camarote y todos los personajes forman una riada de cuerpos en medio del pasillo. Algo así me temo ocurra en el Club. Demasiados frentes abiertos sin respuestas. Demasiado run-run en tiempos en que, por fortuna, la pelotita entra en el marco.
En todas las temporadas siempre hay una racha donde el balón no entra en la portería contraria y sí en la propia. Preparénse para, si eso ocurre, ver desbandanda de acérrimos defensores de la causa. El cielo poco a poco se va tiñéndose de tonos rojizos. Y ya se sabe “Cel rogent, pluja o vent”.
Ah, “Y dos huevos duros”